Este pasado jueves el buen rollo y la fusión rompían fuerte los moldes en el Café Berlín. La emblemática banda del underground en Madrid que desde 2005 ha grabado cuatro albums dieron buena cuenta de su genial mezcla de estilos desde la rumba, pasando por afrobeat, progressive rock, jazz, ska, cumbia, folklore español y punk.
Una velada en la que la sonrisa venía sola ya sea por el disfrute de la buena calidad musical y la capacidad de cambiar múltiples veces de estilo y mezclarlos magistralmente en una misma canción, o por supuesto por sus letras satíricas y su puesta en escena desenfadada y cómica, como la anecdótica camiseta de cierta formación política “Ciudadana” con la que se presentaba el batería y que duró puesta poco menos de una canción.
La ausencia del guitarra Santiago Cañete no fue tan acusada, salvo por las múltiples bromas y alusiones a su estado intestinal, y la “Genkidama” que sus compañeros le ofrecían para su recuperación. Su sustituto Iker García, guitarrista compañero de Ángel Cáceres en Gilipojazz, hizo un papel extraordinario quedando la ausencia en solo una anécdota.
Un estilo único inundó la sala coreando “Alpargata ya llegó, saque la cartera señora” al salir al escenario. Con temas de su último álbum como el homónimo “Locos vs Gilipollas” nos fueron enganchando durante una buena hora y media con esa capacidad de dejarte boquiabierto escuchando como una travesera y un piano marcan las pautas para vertiginosos cambios de estilo con un sonido ordenado dentro del caos musical que genera la formación.
Nos sacaron una sonrisa con el “Chotis” un guiño divertido a la multiculturalidad madrileña, se cuadraron para cantar Portugal… en resumen un concierto lleno de humor y buen rollo en el que era imposible no acompañar a tan buenos músicos con palmas, cantar sus letras o quedarse anonadado ante los momentos instrumentales.
Pidieron Voluntarios para cantar “Rumba Iluminati” y tras hacerse de rogar Nacho Castro subió al escenario para acompañar a la banda en un tema conocido por la mayoría del publico y ampliamente coreado. Cerraron el concierto con “Cagando en la Biblioteca”, la última muestra de su humor característico que tantas carcajadas provocó en el público.
Cada canción que tocaron dejó una anécdota digna de ser escrita, pero como resumen, un concierto de esos que no se olvidan y solo dejan tras acabar ganas de mas y una sonrisa duradera para el resto de la noche y probablemente de la semana cada vez que escuches de nuevo una de las canciones y recuerdes tan genial interpretación. No solo recomendables sino indispensables, un grupo que hay que ver en directo siempre que haya ocasión.
Crónica por: Adrián Gurich.
Fotos por: Irene Lison
Si quieres ver más noticias como ésta, visita nuestra sección de Crónicas de conciertos.