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CRÓNICA THE GRAND EAST Y DEWOLFF

Volvemos a la sala MON a disfrutar de un conciertAZO, porque no se puede describir con otra palabra. En esta ocasión, el espectáculo venía de la mano de DeWolff precedido de un aperitivo musical ofrecido por sus teloneros The Grand East.
Ambos grupos procedentes de los Países Bajos consiguieron un lleno con más de 700 asistentes, lo cual demuestra su enorme capacidad de atracción y, tras verles en directo, te das cuenta que el precio de la entrada valió cada céntimo.

Con puntualidad se abrieron las puertas para dejar pasar a toda la gente y en apenas media hora el show había arrancado.

Y aquí quiero dar un aviso a todos los que vayáis de concierto, escuchad también a los teloneros porque os podéis encontrar con joyitas como The Grand East. Con un aspecto de domingueros de barbacoa se subieron al escenario, pero no os dejéis engañar, empezaron a toda caña, porque sabían quien iba a continuación de ellos y querían demostrar que estaban a la altura, y vaya si lo hicieron. Con temas como «Kiss The Devil» y «Magic Surf» demostraron unas maneras excepcionales, con su vocalista Arthur Akkermans moviéndose sobre el escenario con unos gestos que recuerda al mismísimo Mick Jagger, con ese estilo chulo con el que se desenvuelve el cantante de los Rolling Stones.

Pero no todo es pose, también está la voz, con momento estelares incluso demostrando que es capaz de llegar a unos graves imponentes para luego pasar a agudos mientras salta del escenario a correr entre el público para luego subir de nuevo, con voltereta incluida, y ponerse a cantar a pleno pulmón y con la camisa abierta (ojito a la foto de cerca de mi compañero Pedro incluida en esta crónica con pezón al aire) mientras juega con una mezcla de rock y blues simpático y potente a partes iguales.

Por otro lado, el uso de instrumentos invitados como maracas, sonaja o armónica aportan a la increíble mezcla de sonidos un toque extra. Y destaco el trabajo de su batería, impasible con sus gafas de sol y bigote con sus más de 2 metros con pinta desgarbada que cuando enganchó el solo de batería dio un verdadera demostración. Es increíble que con apenas un par de canciones se metieran al público en el bolsillo hasta el punto de pedirles un bis, el cual no pudo ser posible por respetar los tiempos del grupo principal, un sacrificio duro pero que luego valdría la pena.

Antes de pasar al plato fuerte, un último apunte. A pesar de la locura y el éxtasis musical de su espectáculo, el líder de The Grand East Man no paraba de dar apuntes a los técnicos para subir o ajustar el volumen de algunos instrumentos o micrófonos, demostrando su profesionalidad en plena acción.

Pero bueno, una vez acabado su trabajo, los componentes del primer grupo se bajaron a la primera fila para poder disfrutar de lo que se venía, y vaya si venían cosas.

Tras recoger todo el escenario se instalaron los escasos instrumentos que necesitaba DeWolff, pues es un grupo de solo 3 componentes, conformado por Pablo van Poel (guitarra y voz), su hermano Luka (batería) y Robin Piso (teclado y órgano Hammond). Pero a pesar de la sencillez técnica hubo 2 cosas que a un servidor le llamaron la atención, la alfombra y un segundo pie con micrófono, supuse que la una era por estética y lo otro porque quizás el cantante del anterior grupo se uniría en alguna canción. Pero que equivocado estaba, pues ambos micros eran para el vocalista, para poderse mover de un lado a otro del escenario con libertad, pues al ser solo 3 miembros dispone de mucho hueco en el escenario y eso hay que llenarlo, cosa que hace yendo y viniendo, y para evitar hacer ruido y moverse con más soltura hace uso de la alfombra para desplazarse con estilo y elegancia felina.

De nuevo, la estética fue un puntazo con unos trajes a juego de color negro pero con un ligero estilo country pero sin los horribles flecos que caracterizan a la ropa tejana. Esto es una opinión personal, pero cuando los grupos presentan un vestuario conjunto les da un plus que les otorga una identidad propia, cosa que no tantos grupos trabajan.

Pero, ¿qué tal fue el show que dieron?
Pues DeWolf

– ¿Podemos decir tacos en una crónica?… ¿Sí? ¡Cojonudo!

Pues DeWolff estuvieron de PUTA MADRE, ahora me explayaré porque no voy a finalizar aquí el texto, pero a buen entendedor pocas palabras bastan. Porque además venían con un repertorio poco habitual como resultado de su último disco «Love, Death & In Between», grabado en directo en estudio sin ninguna clase de arreglos, ofreciendo un material en crudo que demuestra la alta calidad de su producción musical.

Subieron al escenario con ganas y siendo conscientes que eran el centro de atención, lo cual hizo patente su vocalista cuando en los primeros acordes tuvo la generosidad de acercarse al borde del escenario para ofrecer unas poses dignas para facilitar mucho el trabajo de los fotógrafos presentes, cosa que me parece algo de lo que deberían tomar nota muchos grupos que en ocasiones olvidan que a sus pies hay gente apretándose con el público a sus espaldas mientras intentan sacar buen material gráfico, por eso al ver que dedicaron los primeros acordes a posar me parece algo encomiable y un reflejo de la correcta actitud de este grupo siendo conscientes de las cámaras que les enfocan.

Por otro lado, a nivel musical no se les puede reprochar nada. Dieron un repaso a muchos de sus temas combinando ese estilo musical que va del rock al blues, alternando con rock ácido y psicodelia. Con su nueva intro arrancaron una traca de canciones que nos daría un espectáculo que duraría casi 2 horas. Los tres primeros termas fueron «Night Train», «Heart Stopping Kinda Show» y «Made It to 27» para coger ritmo y medir a un público que terminó de llenar la sala hasta los topes.

Una cosa que me pareció una muy buena manera de darle ritmo al concierto fue la forma en que conectaban un tema con otro casi sin pausas, lo cual a veces hacía imperceptible el cambio de canción, excepto por aquellos momentos en que cambiaban de guitarra de una Gibson a una Epiphone buscando el sonido más acorde al tema tocado.

El resto del concierto avanzó fluido y sin inconvenientes con temas «Yes You Do», «Live Like You» o «Sugar Moon» procedentes de diversos discos, pues aunque solo llevan desde 2008 sobre los escenarios, su producción musical es apabullante, casi a albúm al año contando sus discos en directo.

Ya para la recta final bajaron el ritmo con temas como «Will o’ the Wisp», «Tired of Loving You» o «Double Crossing Man», dando una sensación de concierto sin fin en los que alternaban las voces de los hermanos con algún que otro solo de guitarra o de batería, mientras entre el público los componentes de The Grand East disfrutaban del concierto como uno más.

Se notaba que era la noche de DeWolff y su vocalista agradeció el calor del público, el cual estaba disfrutando y así lo mostraba con sonoros aplausos como no he escuchado antes en esa sala, siendo un reflejo de la calidad que estaba ofreciendo el grupo al respetable.

Y así acabaron el concierto, con 2 últimos temas «Treasure City Moonchild» y «Message for my Baby». Tras lo cual recibieron una ovación y se retiraron, quedando obviamente el tradicional bis.

Y claro que iban a ofrecer un bis, con el tema «Rosita» de 16 MINUTOS de duración. Una verdadera jam session con constantes cambios de ritmo usando ambas guitarras de manera alterna, sacando sonidos excepcionales a la guitarra usando técnicas de punteo, slide y rifts con una habilidad manual que pudimos ver de cerca desde primera fila, pues como dije la libertad de movimiento le permitía ponerse próximo al borde del escenario para admirar su virtuosa manera de tocar la guitarra, llegando incluso en cierto momento a seguir tocando a hombros del público. Por no mencionar el pedazo solo de batería o el enorme trabajo a los teclados. Todo eso ocurrió en un único y excepcional tema con el que pusieron fin a una noche perfecta.

Sin duda, DeWolff cada vez que vuelve al escenario deja huella, y de nuevo volvieron a cumplir mostrando el magnífico estado musical en el que se encuentra el grupo. Por cierto, no olvidéis echarle un ojo a The Grnad East que tampoco están nada mal.

Crónica por: Guillermo Rodríguez
Fotos por: Pedro Bao

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Guillermo Rodriguez
Guillermo Rodriguez
Soy el tipo que escribe sobre las letras de otros, que expresa las emociones ajenas y que hace resonar la música que escucha, o lo que es lo mismo, redactor de conciertos. Si hay música en directo, me apunto a un bombardeo.

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