En los últimos años, el sector de la cerveza artesana ha sufrido una transformación significativa. Lo que antes era un espacio de creatividad, experimentación y diversidad, hoy se percibe como un mercado estandarizado y cada vez más predecible. Entrar en una cervecería craft ya no supone una aventura de sabores, sino encontrar casi siempre las mismas propuestas: IPAs modernas como las Neipas dulces y afrutadas y Hazy IPAs, Sour o a veces Imperial Pastry Stout. Las mismas marcas y estilos dominan los grifos, repitiéndose de un local a otro.
Esta homogeneización ha provocado que los estilos más clásicos y maltosos, como las Porter, Brown Ale o incluso las Bitter, por ejemplo, sean cada vez más difíciles de encontrar on tap. Las tendencias de consumo y la búsqueda de cervezas “de moda” han dejado en segundo plano a estos estilos tradicionales, que además suelen tener procesos de elaboración más económicos. Sin embargo, la influencia del mercado ha llevado a que los precios se inflen artificialmente, incluso en estilos cuyo coste de producción no lo justifica.
El resultado es evidente: cervezas artesanas cada vez más caras en las cervecerías. Esta escalada de precios, en un contexto económico donde los salarios apenas suben, está afectando al consumo. Las personas aficionadas a la cerveza artesana, que antes disfrutaban descubriendo nuevas referencias en los locales, ahora piensan dos veces antes de salir. Muchos optan por comprar latas y botellas en tiendas especializadas, donde los precios son más competitivos y la variedad es mayor. Esto ha cambiado el modo de socializar: se bebe más en casa y menos en las cervecerías, reduciendo la vida social que antes caracterizaba al movimiento craft.
Por otro lado, los hábitos de las nuevas generaciones también influyen en esta caída. Los jóvenes muestran un menor interés por la cerveza y, en general, por el consumo de alcohol. La tendencia actual se centra en el bienestar, el deporte y la vida saludable, mientras que la socialización se traslada a entornos digitales, como las redes sociales o los videojuegos.
El sector de la cerveza artesana se enfrenta a un punto de inflexión. La falta de variedad, el aumento desmedido de los precios y el cambio en los hábitos de consumo amenazan su crecimiento y autenticidad. Para recuperar su esencia, las cervecerías craft deberían apostar nuevamente por la diversidad, la honestidad en los precios y la conexión real con el consumidor. Solo así podrán volver a atraer a ese público que alguna vez buscó en ellas algo más que una bebida: una experiencia.
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