Durante siglos, la imagen popular de la bruja ha estado ligada a mujeres de nariz larga, sombrero puntiagudo y caldero burbujeante. Sin embargo, detrás de este mito oscuro se esconde una verdad mucho más terrenal y sorprendente: esas “brujas” podrían haber sido, en realidad, las primeras maestras cerveceras de la historia.
El origen de las brujas y la cerveza
En la Edad Media, elaborar cerveza era una tarea doméstica común, y eran las mujeres quienes dominaban este oficio. En muchos hogares europeos, ellas fabricaban cerveza artesanal para consumo propio o para venderla en el mercado local. A estas mujeres se las conocía como “alewives” (mujeres de la cerveza).
Con el tiempo, su éxito económico empezó a incomodar a los hombres, especialmente cuando la producción cervecera se convirtió en un negocio rentable. Así comenzó una campaña de desprestigio que transformó su imagen: de hábiles cerveceras a misteriosas brujas.
Sombreros puntiagudos, calderos y gatos: símbolos malinterpretados
Muchos de los elementos clásicos asociados a las brujas tienen su origen en la elaboración de cerveza:
- Sombreros puntiagudos: las alewives los usaban en los mercados para ser vistas fácilmente entre la multitud.
- Calderos: eran los recipientes donde preparaban y fermentaban la mezcla de cereales, agua y levadura.
- Escobas: servían como señal de venta; las colocaban en la puerta para indicar que la cerveza estaba lista.
- Gatos: protegían los granos almacenados de los ratones y otras plagas.
De cerveceras a “brujas” perseguidas
A medida que el gremio cervecero se profesionalizó y pasó a manos de los hombres, la figura de la mujer cervecera fue demonizada. La superstición, el miedo y el control económico convirtieron a estas mujeres trabajadoras en víctimas de la caza de brujas.
Registros históricos
Las fuentes documentales proceden de registros históricos y análisis historiográficos, en donde se ha ido documento la persecución de las mujeres cerveceras en la Edad Media bajo acusaciones de brujería a partir de los siglos XIV y XV.
Las fuente más robustas es la historiografía cultural de estos siglos, en la que se identifica de forma clara la conexión directa entre las herramientas del oficio cervecero y la iconografía de la bruja.
La figura de bruja cervecera no se basa en un pergamino medieval, que describa una secta de echiceras, que eleboraban la cerveza artesana, sino en el proceso histórico de marginación y demonización de las mujeres que ejercían un oficio lucrativo e independiente.
En conclusión, hoy, historiadores y expertos en cultura popular coinciden: las brujas, tal como las imaginamos, nunca existieron. En realidad, eran mujeres independientes, emprendedoras y conocedoras del arte de la fermentación. Su legado pervive en cada vaso de cerveza artesanal, símbolo de una historia que merece ser contada con verdad y respeto.
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